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Contando calorías


Como cualquier proceso, el camino hacia Objetivo 55 implica una aprendizaje bastante interesante. Uno que implica probar, ver lo que funciona, lo que te va y lo que no, y cambiar de método si la cosa no marcha. Al empezar este proyecto de perder el peso que me incomodaba, hice lo que la tradición manda en estos casos: controlar las calorías diarias. Según fuentes diversas, para perder medio kilo a la semana conviene tener un déficit calórico de 500 calorías diarias. No se trata de consumir menos calorías que las que tu cuerpo necesita para funcionar. En mi caso, aparentemente la ingesta mínima necesaria son 1.200 calorías diarias y por tanto no debo ingerir menos de eso; el déficit se produce cuando gastas 500 calorías más de las 1.200 que has ingerido.  Es decir, 1.700 en total. Ahí es donde interviene la actividad diaria y el ejercicio físico.

De entrada, suena muy razonable todo. Controlo las calorías que como, me mantengo en las que necesito y el déficit lo consigo caminando, bailando, haciendo rápel o como mejor me parezca. Como soy muy de app (las hay fantásticas) me hice con una para hacer precisamente eso, llevar la cuenta de las calorías diarias. Con la ventaja de que se sincronizaba con el Garmin y así incorporaba las gastadas en la actividad, arrojando el balance al final del día.

Pues bien.

No se hacen ustedes una idea de la cantidad de calorías que tienen las cosas que comemos y lo que cuesta gastarlas. 

Es que me quedo muerta.

No me estoy refiriendo aquí a la clásica bolsa de patatas fritas, que todo el mundo sabe que tienen choporromil. Me refiero a que en un desayuno normalito, sin azúcares ni mermeladas ni bollos, del tipo bol de avena con una fruta, te plantas fácilmente en las 300 calorías (de hecho, mal vas si te quedas por debajo) En la comida, a no ser que tires de filete a la plancha escurrido y ensalada sin aliñar, en seguida te pones en 450-500 y como se te ocurra acompañar con una nuez de mayonesa o similar, no digo ya una copita de vino, de 600 para arriba. 800 o 900 calorías en dos comidas. Quedan entre 300 y 400 para la cena, pero ¿saben qué? Yo soy de las que meriendan y se toman un tentempié a media mañana. Aunque sea una manzana con una rodaja de queso fresco. O un yogur. O algo. Resumiendo, ha sido raro pero raro el día que no me he pasado de las 1.200. Y espera, que ahora falta la parte del gasto.

Gracias al Garmin, esa maravilla tecnológica, me resulta fácil llevar la cuenta de las calorías que gasto por ejercicio. Ahí van algunos datos: una clase de patinaje, 220 calorías; una hora y media de yoga, 180 calorías; 5.000 pasos, 190 calorías; una sesión de fitboxing reventada en el suelo y escupiendo el higadillo, 300 calorías. Se van haciendo una idea.

A todo esto, salgo un día al porche de nuestra casita rural, a sentarme con Mr. Right y me doy cuenta de que me encuentro como el c... "¿Qué te pasa?" pregunta él y yo "Ni idea, estoy cansadísima, como floja, me duele el cuerpo, yo que sé, uf." A lo que hay que añadir que estaba de una mala leche espectacular, que procuré guardarme y padecer en silencio, porque Right no tiene la culpa, obviamente. 

"No me extraña" - dice - "Llevas varios días comiendo muy poco."

Sí, ya sé que parece obvio. Pero a mí, que llevaba eso, varios días comiendo muy poco y contando las j0dI@s calorías, no se me había ocurrido que mi malestar físico pudiera venir por eso. Si total, me estaba inflando a fruta y lechuga y eso es sano, ¿no? O a lo mejor es que la falta de azúcar me estaba afectando al cerebro. 

Sea como fuere, en ese momento se hizo la luz.

Me paso to'l día con hambre, registrando cada cosa que como en una app y saliendo a caminar sin malditas las ganas cuando me paso de calorías, que es siempre, para no bajar un gramo y sentirme como una braga.

Me levanto sin decir nada para entrar en casa.

"¿Dónde vas?"

"¡A COMERME UN DONUT!"

Patinadora, jurista, escritora aficionada, lectora, amante de la artesanía, hermana, pareja, amiga y humana en manada perruna y clan felino. No necesariamente por ese orden.

Comentarios

  1. Uuuups, y eso es cuando una dieta muy restrictiva te hace boomerang y acabas peor. Tiene que haber otra forma sin pasar hambre. Tengo un amigo que se contrató un nutricionista un tiempo y le fue bien sin pasar hambre. Aunque no sé, hoy en día con internet, se me hace excesivo. Creo que puedo ir probando. Tú misma hablas de experimentar con lo que va bien y con lo que no al principio del post, hacer tu propia ciencia.

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    1. Yo también creo que hay alternativas más amables y de hecho ya estoy probando con una. Haciendo mi propia ciencia, como bien dices :)

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  2. Diría que la clave está en el cardio.

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    1. Puede ser. Al final daré con la tecla y no me refiero a la araña ;)

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  3. Yo voto más por el tema de aumentar la quema de calorías que por la reducción de ingesta. Una cosa es sacar de la dieta los azúcares de más y los caprichos que no aportan y la otra encontrarse mal.
    Estoy volviendo a los entrenamientos con más asiduidad y con más intensidad (muy poco a poco porque soy una lesión ambulante) y me está funcionando mejor que el pasar hambre. En mis últimas temporadas de natación a buen nivel, comía sin mirar y 88-90 kg. En competición sí que quitaba porquerías y bajaba a 86. Eso sí, 6 días de natación por la mañana 1 hora y gimnasio por la tarde 1-2 horas más.
    A ese ritmo no creo que vuelva, ya te lo adelanto XDD. Mucho ánimo, campeona. Tú puedes con lo que te propongas, lo sé y lo sabes!

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    1. Mil gracias Heav. Ahí andamos, creo que he dado con la tecla, pero desde luego cuantas más calorías se quemen, mejor. Ahí el patinaje ayuda bastante, porque en ruta sí que gastas bastantes. Ánimo con la lesión y cuídate.

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