Ir al contenido principal

El épico fin de curso



Después de presentar a Lucas, mi monitor de este año, toca explicar por qué he afirmado que, de no haber superado el nivel medio por méritos propios, me lo habría ganado sólo con el último día de curso. Ya sabéis cómo es Lucas. Lo sorprendente es que en todo el año no hayamos tenido, mis compañeros de clase y yo, ninguna situación del tipo "mira, me quito los patines porque como siga así me mato fijo". No, que va. Lucas es exigente y como ya dije, no es el tipo de monitor que se va a llevar las manos a la cabeza si te esmorras. Lo más seguro es que no diga nada y si el golpe es de los de quedarte retorcido  en el suelo agarrándote la mandíbula sin poder moverla (no lo he sufrido, pero lo he presenciado) te dirá cómo ponerte bien el casco para que no te vuelva a pasar y te dará un tiempo pasado el cual gritará "¡venga, Mengano, que ya estás bien, a la pista!". En su descargo he de decir que pienso que sabe distinguir bien cuando alguien se ha lesionado en serio. O eso espero. Por lo visto esto de la mandíbula, aunque aparatoso, no es grave. Aunque doloroso sí que parece, un huevo. Pero como decía, este curso con Lucas no hemos tenido situaciones de "me mato fijo".

El caso es que este año me compré patines nuevos. Lo que no sabía, inocente de mí, es que cuando cambias de patines de repente es como si se te olvidara todo lo que has aprendido. Como estaba el fin de curso cerca y tenía perspectivas razonables de subir de nivel, me compré unos mucho mejores. Bota rígida, guía larga, ruedas de 90 mm. Unas máquinas. Que por lo visto tenían vida propia o esa fue mi impresión cuando me los puse. De repente, ya no sabía girar, ni frenar, ni hacer nada de lo que había aprendido excepto caerme. Eso sí lo seguía haciendo estupendamente.

Según me informaron mis colegas aprendices, eso es lo que pasa cuando cambias de patines. Ahí todos fueron contando sus experiencias. "Estos que llevo" - dijo una - "me costó seis meses controlarlos". "Sí" - dice otro - "Y cuando cambias las ruedas, lo mismo. Parece que ya no sabes nada". Lo que vas descubriendo en este mundillo. Pues mira, dije. A lo que no estoy dispuesta es a que Lucas me suspenda porque no sé hacer la "o" con un canuto con los nuevos. Recuperé los viejos y hala, hasta fin de curso. O mejor dicho, hasta el día que Lucas me informó de que podía pasar al nivel avanzado.

Una vez asegurado mi paso al nivel siguiente, decidí cambiar las ruedas de los patines viejos. Esto es algo que se suele hacer cada cierto tiempo, cambiar las ruedas de sitio, la de delante atrás, la de atrás al medio, etc. y además girarlas en sentido inverso para que se vayan desgastando de manera uniforme. De lo contrario, acabas con las ruedas más gastadas por un lado que por otro y eso no ayuda. Lo del cambio de ruedas era porque tenía previsto un viaje de patinaje (materia para otro post) y mis compañeros me habían recomendado encarecidamente que ni se me ocurriera ponerme los nuevos para salir en ruta sin haber aprendido bien a controlarlos, a riesgo de dejarme los dientes en el asfalto. Así que decidí cambiar las ruedas y llevar los viejos el último día de clase para ir practicando antes del viaje, porque total, esos ya los controlaba y un cambio de ruedas no podía ser para tanto. Huelga decir que yo no lo había hecho nunca.

Llego toda feliz a clase, me planto los patines con las ruedas cambiadas, arranco a dar una vuelta y según arranco, me quedo clavada en el suelo.

¿Ein?

Lo intento de nuevo y lo mismo. Algo está rozando el suelo y me impide avanzar. Levanto el patín derecho, que es el que da problemas y lo reviso. "Ya está", me digo, "al cambiar las ruedas he montado mal el freno de taco, cagüen..." 

Aclaración: el freno de taco es un taco de goma que se pone en el talón del patín derecho o el izquierdo si eres zurdo y que sirve para frenar levantando la punta de ese patín y arrastrando el taco por el suelo hasta que te paras. Se trata de una pieza fundamental para no matarte si no eres experto. Dato adicional: por si no ha quedado claro en mis entradas, de lo que hablamos aquí es de patinaje en línea sobre ruedas.

Pregunto si alguien tiene una llave allen, que es la que debería llevar yo encima como toda buena patinadora (ains, qué desastre) y me dejan una. Me quito el patín apurada como una mona, porque justo ese día adivinen qué, vamos a salir de ruta y dudo yo que Lucas vaya a esperar a nadie. Cuando voy a desmontar el freno de taco, al verlo de cerca me doy cuenta de que está perfectamente montado.

¿Pero entonces...?

Devuelvo la llave y me acerco a toda prisa a Lucas con un nada refinado balanceo, al más puro estilo Quasimodo. Es lo que pasa cuando caminas con un patín puesto y el otro quitao.

"Necesito asistencia técnica" 

Le explico el problema. Lucas examina el patín y mueve la cabeza de un lado a otro.

"No te puedo ayudar".

¿EIN?

Resulta, oh cositas que vas aprendiendo en este el camino del patinaje, que cuando cambias las ruedas de un patín que, como en mi caso, se han desgastado más de la cuenta por ignorancia supina de la aprendiz, se modifica, lógicamente, la altura del patín y puede ocurrir, como en este caso, que al variar dicha altura el freno de taco, que en condiciones normales no debería tocar el suelo, pues lo toque y como buen freno, no te permita rodar, ya que es su función.

Pero vamos, problemas los justos. La solución de Lucas: "tú tira, ve rodando y lo vas gastando y así se arregla" y antes de que me de tiempo a asimilar lo que ha dicho, grita al resto "¡venga, nos vamos!".

Presiento que esta clasecita va a ser como aquella primera experiencia fuera de pista que contaba en mi anterior post...

Me pongo el patín a toda prisa (joer, que estrés de mañana de domingo) e intento seguir al grupo que ya está cruzando la calzada por el paso de cebra. Digo intento porque si antes parecía Quasimodo, ahora parezco La Coja del Caserío, con un patín inútil dando traspiés. Lucas no tarda en darse cuenta y cambia de estrategia, "¡Venga, id avanzando el resto que le voy a quitar a Amaranta el freno!"

¿QUÉ?

Saca la llave allen, esa que todo buen patinador lleva encima y me pide que levante el patín. Sopeso la situación, nunca he patinado sin freno y alguna vez ha de ser la primera, pero en fin, no me lo imaginaba así... En seguida recuerdo aquel punto de inflexión donde decidí que no me arrugaba más ante las dificultades del patinaje (también gracias a Lucas, materia para otro post) y me digo, pues venga, hala, sin freno, p'alante con un par. Levanto el patín y a tomar por saco el freno. 

Decía que llevar freno es fundamental si no eres experto y es porque además del taco, hay otras muchas formas de frenar. A final de nivel medio con el avanzado en puertas, ya te han enseñado alguna como la cuña o el freno en T, además de algunos trucos, como bajar las cuestas en slalom o haciendo amplios giros en A, todo con el fin último de controlar la marcha y no acabar empotrado en un muro o un camión al final de alguna cuesta. Así que sí, yo conocía algunas técnicas para frenar sin taco y moderar la velocidad en las bajadas, pero otro secretito del patinaje: conocer una técnica y haberla practicado algunas veces en pista o en una clase en el parque NO TIENE NADA QUE VER con saberlas usar de forma efectiva en ruta urbana. Eso requiere bastante práctica Y DOMINARLAS POCO A POCO APOYÁNDOTE EN EL RESPALDO QUE TE DA EN CASO DE URGENCIA EL FRENO DE TACO.

JOER.

Otra vez metía en un lío con Lucas. 

Para cuando me doy cuenta, estoy bajando por una cuesta larguísima y pronunciada, patinando por encima de la acera, con esas losas gordas, grises y de un irregular resbaladizo que da gusto, que desemboca en una calle cargadita de tráfico. Sin freno de taco, sudando la gota gorda y gritando "¡Por Dios, Lucas, que me mato!" y Lucas "¡Cuidado que por ahí sube una bici!" y yo al de la bici "¡Apartaaaaaa, que no controloooooo!" y Lucas "¡Freno en T, freno en T!" Y yo haciendo un churro de freno en T con la pierna de atrás temblando como un flan del esfuerzo y cuando por fin logro parar a mitad de cuesta, pensando a ver cómo cñ salgo yo de esta con la otra mitad que me queda por delante, doblada como un cuatro echando el bofe y sin resuello, va un tendero que estaba bajando la persiana de metal de su negocio y me grita "Y lo bien que te lo estás pasando, ¿qué?". Ahí es donde me da el ataque de risa y qué bien me vino, las cosas como son. 

No sé si os imagináis lo que se siente en esa situación. Parada en medio de una cuesta que te parece mortal sin más opción que acabar de bajarla. Es como esos sueños en los que estás en lo alto de un precipicio y no tienes más remedio que bajar por tus medios a riesgo de matarte, porque no hay escaleras, ni cuerdas, ni nada. No he traído zapatillas y estoy en medio de la ciudad, así que quitarme los patines no es una opción. Y volver sola a la pista, sin freno de taco, tampoco. Si mal me va con grupo y monitor, imaginaos sola. Al menos tengo alguien que me grita "¡Freno en T!". 

Se acerca Lucas, se pone a mi lado y me da la mano. "Venga, vamos" me anima. Comienzo a bajar de nuevo y en seguida me suelta (¿será mamón?) y salta, adelantándose otra vez "¡tú tranquila, ve bajando, que en los sitios peligrosos ya estoy yo!" ¿Y dónde es eso, pedazo de cabr...?

A día de hoy no sé cómo alcancé el final de esa cuesta o como evité acabar debajo de un coche. Supongo que Lucas me agarraría en algún momento. También tengo un recuerdo vago de haberme agarrado a un compañero comprensivo, por suerte entre patinadores hay mucha solidaridad y nos ayudamos constantemente unos a otros. Supervivencia, supongo. Y aquí, diréis, acaba la historia.

Pues no, que va.

Seguimos en el siguiente post.

Patinadora, jurista, escritora aficionada, lectora, amante de la artesanía, hermana, pareja, amiga y humana en manada perruna y clan felino. No necesariamente por ese orden.

Comentarios

  1. Madre mía, Amaranta. Yo por ahí si que no paso, necesito un freno que controle. Me tiro por una montaña con la bici pero soy incapaz de esquiar porque no consigo que los esquíes me hagan caso.

    Ole por ti.
    Besazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo soy incapaz de tirarme por una montaña en bici. A cada cual, su locura XDD Besotes

      Eliminar
  2. Estaba pensando que si soy incapaz de controlar una bicicleta y una vez tuve una mañana de ese tipo solo porque un amigo me quiso ciclista... Pues lo patines me darían muchos más quebraderos de cabeza. Y de huesos. Lo que sí me fascina es que en ese mundillo patinador se esconde también un universo de reglas, consejos, circunstancias que marcan el éxito o fracaso de la empresa. Entre la anécdota hay un manual perfecto para el que quiera entrar ahí. Mira lo de llevar la llave allen por ejemplo.
    He perdido calorías solo leyendo todo ese esfuerzo patinador.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, si, las calorías las pierdes sólo de lo que sudas en estas circunstancias. Pero piensa que lo que cuento aquí es la anécdota del día concreto en que Lucas me metió en un lío. Si todo el aprendizaje fuera así, nadie se apuntaría. Lo habitual (y eso incluye a Lucas que como digo, es un monitor excelente) es que te vayan enseñando progresivamente y vayas mejorando poco a poco, asumiendo y superando pequeños retos a lo largo del tiempo. Además, nadie te obliga a nada, cada cual elige a qué ritmo quiere ir y qué retos quiere asumir. Conozco gente que ha decidido que de pista no sale y que se queda en nivel medio para siempre, porque lo único que busca es echar el rato y divertirse. Yo podía haber dicho a Lucas que de quitarme el freno nada, pero decidí arriesgarme y tengo que decir que aunque lo pasé fatal, luego me ha servido mucho. Gracias por pasarte.

      Eliminar

Publicar un comentario