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Mujeres que corren con los lobos

Imagen de Enrique Meseguer en Pixabay

Tengo la impresión de que hace como mil años, sin exagerar por mi sangre andaluza, que no me paso por el blog. Lo echaba de menos. Este año está siendo movidito, pero espero haber cogido ya comba. Además de la enfermedad grave, aunque por fortuna tratable, de un allegado, en el lado profesional me ha venido un ascenso. Toda una sorpresa, lo cierto es que no lo esperaba. Y aunque estoy disfrutando la libertad y nuevas cosas que tener galones me ofrece, no puedo negar que el reto es grande y el trabajo y la responsabilidad se han duplicado, por decir algo.

Confieso que en los peores momentos, esos días que sientes que lo único que has hecho es trabajar y acabas agotada y sin fuerzas ni para ensartar un hilo en una aguja, te da por plantearte si merece la pena. A todos nos habrá pasado soñar con ganarte la vida de forma tranquila e idílica, haciendo lo que te gusta, ya sea escribir novelas, vender jarrones de papel maché o fundando tu propia firma de moda. Incluso habremos soñado con que nos toque el Euromillón y no tener que hacer nada para ganarnos la vida. Yo también, lo confieso, y eso que tengo un trabajo que me encanta y cuando lo pienso, me doy cuenta de que en ese aspecto no se puede ser más afortunada.

Lo que ocurre es que, como todo en la vida, viene con precio. Y en todo trabajo, por mucho que te guste, hay momentos difíciles y retos que según el día, no te apetece afrontar. Es lógico y humano tener esos pensamientos. Pero hoy he leído un párrafo, mejor dicho, un capítulo, de un libro extensamente publicado pero difícilmente comprendido. Yo misma tengo que decir que en el pasado intenté leerlo varias veces, sin encontrarle significado. Hasta que hace un par o tres semanas, ya ni me acuerdo, viajé a Bogotá por trabajo y al ir a tomar el vuelo de vuelta, lo encontré en una tienda del aeropuerto y lo compré sin pensármelo. Ahora lo estoy leyendo, voy más o menos por la mitad, como 700 páginas tiene, el angelito, y lo estoy entendiendo. Será que estoy en una etapa de mi vida donde aplica o yo he madurado lo suficiente para comprender lo que dice o he acertado con el enfoque al leerlo o yo que sé.

El libro es Mujeres que corren con los lobos de Clarissa Pinkola Estés y hace una interpretación basada en la psicología junguiana de los arquetipos que aparecen en los cuentos de hadas. Ahí es nada. He tenido que investigar un poco sobre Jung para entender que es eso, pero ha sido ilustrativo. Más que "escrollear" vídeos en Instagram, ni que decir tiene.

No voy a contar aquí el contenido del capítulo porque es extenso e intenso. Pero sí diré que se centraba en la interpretación del cuento Los zapatos rojos y que, al hilo de esa interpretación, decía que toda mujer, el libro obviamente se centra en ellas, tiene a veces la tentación de tomar el camino fácil, optar por una vida más sencilla y abandonar los zapatos rojos que ella misma se ha fabricado porque es más fácil montarse en el carruaje dorado que se ofrece a llevarla que seguir el camino de piedras con ellas puestas. Pero eso, avisa, conduce a la muerte del alma, porque se renuncia a aquello por lo que se ha trabajado, aunque sea difícil, y se entra en un sendero donde la falta de retos adormece la creatividad y otras facetas interesantes de la vida.

Me hizo pensar. Como todo lo que llevo leído del libro, que me ha hecho pensar, reflexionar y entender muchas cosas. Me di cuenta de que en mi trabajo, nadie me ha regalado nada. Llevo muchos años trabajando duro, formándome, involucrándome activamente en asociaciones de profesionales de mi especialidad, ejerciendo como profesora invitada en diversas universidades y yendo dentro de mi organización más allá de lo que estrictamente requería mi puesto, por afición a un trabajo que de verdad es interesantísimo y sin achantarme ni ante retos ni ante la carga de trabajo. Y al final ha dado fruto. Mi empresa me ha reconocido la valía y el esfuerzo, sin padrinos ni enchufes de por medio. Lo mío ha sido meritocracia y eso sólo significa que este camino por el que ando lo he creado yo. Nadie me lo ha regalado. De modo que dejarlo por causa de alguna piedra por otro más fácil sería renunciar al fruto de mi esfuerzo y seguramente con el tiempo me pasaría factura. No digo que nunca vaya a llegar el momento de dejarlo. Lo que digo es que es no es ahora. Será cuando lo haya recorrido, no cuando de verdad empieza a ponerse interesante, a pesar de los nuevos retos y dificultades que está conllevando. O precisamente por ellos.

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Patinadora, jurista, escritora aficionada, lectora, amante de la artesanía, hermana, pareja, amiga y humana en manada perruna y clan felino. No necesariamente por ese orden.

Comentarios

  1. Enhorabuena por tu ascenso tan merecido. Espero que sigas pasando por aquí. Un beso

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  2. Conociéndote como te conozco sé de sobra que lo de la carroza no te pega lo más mínimo, que estás donde estás a base de mucho, muchísimo, pico y pala. De currar mucho y de levantarte después de cada golpe. Si fuera lobo iría con cuidado porque igual se lleva una "guantá" que se le van las ganas de hacer el tonto.
    Enhorabuena por todo lo conseguido y por todo lo que tiene que venir.
    Mis dieses, loba!!

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