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Hablemos de ella



Foto de Fabiane Barbaresco Amorim

Antes que nada y aunque sea con retraso, Feliz 2025 a todo el que se pase por aquí. Os deseo, de corazón, todo lo mejor para este año.

Dice Right que últimamente me obsesiona el tema de la edad. No es verdad, bueno, hasta un punto sí, pero no por razones, digamos, superficiales. Para nadie es plato de gusto perder el atractivo de la juventud, pero hace mucho que tengo asimilado que es ley de vida y decidido que no voy a someter a mi cuerpo a dolorosas intervenciones para lograr lo imposible y acabar siendo una versión distinta de mí misma, que es un riesgo en mi opinión bastante alto cuando te metes en ese jardín. 

No, lo que de verdad me preocupa es que mi cuerpo me siga permitiendo hacer las cosas que me llenan, como patinar. Lo cual es complicado si mi esqueleto está debilitado y corre riesgo de romperse ante una caída, algo que es parte inseparable de ese deporte. Así que diría que el estado de mis huesos es lo que más me preocupa, con diferencia, respecto a lo demás. Lo segundo que más me preocupa es cómo influye la desaparición del estrógeno en ponerte en riesgo ante enfermedades terribles, una de las cuales he vivido en 2024 con un familiar muy cercano. Lo tercero es el puñetero cansancio, la falta de energía y otros síntomas realmente incómodos, regalo de la "madre" naturaleza en esta etapa. En resumen, sí, me preocupa no la edad, sino la menopausia, y específicamente qué medidas puedo tomar para alargar lo más posible la vida útil de mi cuerpo, mi instrumento fundamental para disfrutar de la vida.

Y leo sobre el tema. Insisto, leo, libros de los de toda la vida, no sigo lo que se dice en los vídeos de Instagram, que está lleno de todo tipo de teorías de dudoso fundamento y gente mazada pasándote por los morros su estupenda forma física a los 104 años y dándote el mensaje de que si no estás como ellos, es porque no te esfuerzas lo suficiente. Anda iros a tomar por el mismo ya.

Que sí, que también hay mucho libro con teorías fantásticas, aquí el que no corre vuela para ponerse a la cabeza de los más vendidos, pero quiero creer que a mi edad (de algo tenía que servirme) tengo el criterio suficiente para intuir al menos cuándo me están contando un disparate o cuando me están divulgando la ciencia que hay detrás de lo que pasa en esta etapa y los consejos para gestionarlo mejor.

Antes de seguir, meto disclaimer: lo que cuento aquí son mis reflexiones y experiencias personales, en ningún caso hago divulgación de nada, no soy experta en el tema ni me gusta el cuñadismo, así que porfa, que nadie tome esta entrada, ni ninguna otra parte del blog, como fuente de información sobre temas de salud ni ningún otro tema, ya que estamos.  

Dicho esto, hago un breve resumen de los hábitos necesarios para paliar los riesgos de la menopausia: (1) alimentación, lo que nos dicen hasta la saciedad, sin azúcares, sin ultraprocesados, poca carne roja, alcohol mínimo, verduras, frutas, lo que ya sabemos, blá; (2) ejercicio, para mi desgracia, fuerza (cómo lo odio) y HIIT (alta intensidad); (3) descanso, calidad de sueño y (4) suplementos naturales que, ojo, sólo ayudan, no sirven de nada si no haces todo lo demás. 

Es un resumen muy sinóptico, valga la redundancia. Nada que no haya oído antes, pero no tan fácil de implementar cuando todavía estás en activo, laboralmente hablando (y lo que me queda) Por ejemplo, para mí es imposible cocinar. No tengo tiempo. Y sacarlo para hacer ejercicio (patines aparte) es una odisea. La única manera es levantarme más temprano, con el inconveniente de que soy búho, no alondra, y tengo un despertar malísimo, me cuesta la vida madrugar y hasta que no he acabado el primer café no logro estar al ralentí. Así que tengo que luchar contra mi naturaleza nocturna para no dormirme en los laureles y que se me pase sin darme cuenta el tiempo destinado a hacer ejercicio dormitando sobre la taza de café, porque tengo re-comprobado que si dejo el deporte para el final del día (de nuevo, patines aparte, eso sí lo respeto como un clavo) no lo hago.

Otro inconveniente que ya he mencionado en este blog, mis disculpas si me repito más que el ajo, es que odio los ejercicios de fuerza, que son imprescindibles en esta etapa. He negociado de todo con mi fisio. Los patines, por ejemplo, sí implican fuerza, dice, pero sólo en el tren inferior, con lo que el resto del cuerpo no se beneficia. ¿Nadar? ni hablar, descarta, el efecto antigravedad del agua elimina el peso, es muy bueno para otras cosas, pero los huesos no los protege. Vamos, que o pesas o ejercicios con peso corporal, insiste el fisio y mira que le he sugerido de todo. Cagüentoloquesemenea. Hasta que un día, se me encendió la bombilla. ¿Y remo? pensé. Me puse a investigar. ¡Remo sí, aleluya! El remo tonifica y proporciona fuerza a casi todo el cuerpo, si se hace de manera regular. Y remo puedo hacer sin grandes problemas, porque lo tolero mucho mejor que las sentadillas, las flexiones, las planchas o el p. oso de los coj... (el ejercicio que menos trago en el mundo) Me pongo a remar mientras escucho un podcast y se me pasa relativamente bien. Todavía no se lo he dicho al fisio (está de baja por paternidad) pero esta vez, la que no va a ceder soy yo, aunque sospecho (por favor sí) que está vez me dará el visto bueno.  

Pasamos al ejercicio de alta intensidad, la otra parte imprescindible, según la literatura científica, para protegerte de la decadencia menopáusica. Estamos hablando de HIIT, al menos así lo llaman en el libro que estoy leyendo y miren, esto para mí sí que es un NO como un casa Porque adivinen qué, el HIIT no es ni más ni menos que una serie de ejercicios, incluidos de fuerza, como sentadillas, flexiones, planchas y el p. oso de los coj... (again) Así que no. No, no, no, no y no. Una cosa es que quiera cuidarme y mantenerme bien, que por supuesto, y otra que mi vida se convierta en un puñetero infierno por comenzar mis días tirándome de la cama al suelo para luego ir reptando a ponerme el chándal y pasarme una hora insultando a la app de HIIT y cagándome en todo el árbol genealógico del que inventó esa maldita disciplina. Esto ya lo he vivido varias veces y no lo supero; creí que se me pasaría con el tiempo, pero no.  

Así que investigué un poco qué es eso de la alta intensidad y si únicamente el HIIT puede producir ese efecto. Por lo visto, alta intensidad es aquel ejercicio que aumenta tu ritmo cardíaco hasta un 75-80% del tuyo habitual, a intervalos, es decir, alternando con otros de menor intensidad. Se me ocurrió que el baile, que eso sí me gusta y mucho, podía reunir esa condición y por lo que he leído hasta ahora, parece ser que sí. De modo que baile va a ser porque, si algo tengo claro, es que la única forma de mantener un hábito deportivo es que te enganche; no hay otra manera, al menos para mí, de hacer llevadero el sacrificio y el esfuerzo que inevitablemente conlleva. Lo dice alguien que ha sido muy deportista y a fuerza de necesidad, lo está volviendo a ser.

Y eso les cuento por el momento. Sobre la parte alimentaria, hablaremos en otro post. 

Que pasen un feliz día.

Patinadora, jurista, escritora, lectora, amante de la artesanía, hermana, pareja, amiga y humana en manada perruna y clan felino. No necesariamente por ese orden.

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