Ir al contenido principal

Roqueando voy, roqueando vengo... 🎶



El curso pasado contaba lo mal que me estaba yendo en slalom y lo fácil que hubiera sido admitir que no, no se me da bien hacer figuritas con los patines y mejor me quedo en mi casa con una mantita en las piernas y un buen libro en el regazo. Pero qué quieren, nací en el 71 y soy de la vieja escuela, aguanto lo que me echen, además de que cuando quiero algo es muy difícil que dé mi brazo a torcer. 

Seguir con slalom fácil no ha sido, Yoda parezco, plátano es... eh... de qué estaba yo hablando... ah, sí. Cuando empezó el nuevo curso en octubre, me pesaba el estómago, joer qué pereza, otra vez a pegarme con los conos y qué poquito me gusta ser el pato oficial de la clase. Luego, las jodías dudas: y si nunca aprendo, y si me paso otro curso como el pasado, pegándome todo el día con el patín sin conseguir nada, qué frustración y que cñz, cohone, que diría Lola de España. Me tragué esos pensamientos - lo mismo por eso me pesaba el estómago - y decidí que sí, que iba, que haría como mínimo un curso entero más, sin perder clase a pesar de mis complicaciones personales varias, y que si después de eso seguía sin dar rueda con cono, ya me plantearía qué hacer.

El primer día la monitora, a la hora de dividirnos por niveles, con todo su respeto porque claro, yo en teoría llevaba un año de aprendizaje, me dice que decida libremente dónde me quiero poner. No lo dudo: como si empezara de cero, digo, y bien a gusto que estoy con los principiantes porque no nos engañemos, ese es mi nivel y no me da ningún pudor admitirlo.

Una cosita interesante y poco conocida del slalom, incluso para los que patinan pero nunca han aprendido esta disciplina, es el rockering. ¿Qué es eso? Pues una configuración de las ruedas en las que se elevan unos milímetros la primera y última rueda del patín de forma que sólo las dos del centro tocan el suelo. Mis patines son roqueables, es decir, girando una tuerca consigo ese efecto y cuando quiero patinar normal, con todas las ruedas en el suelo, vuelvo a girar la tuerca y ya está, de nuevo configuración flat, que llaman. Me los compré así cuando decidí apuntarme a slalom, pero en el curso pasado no usé rockering porque me daba respeto ya que, además de estar pendiente de los conos con toda tu tremenda torpeza, tienes que tener cuidado de cómo apoyas el peso para no irte, como es obvio, a ese suelo que siempre te está esperando. Para entendernos, si en configuración flat llevo el peso al talón, no me escoño, pero en rockering al no haber rueda que me sostenga, lo mismo sí y lo que me faltaba ya.

Este año decidí que ya estaba bien de remilgos, así que en la segunda clase cogí aire, le di la vuelta a las tuercas y me tiré al ruedo. Vaya una sensación. Si un patín en línea se desliza como un demonio, en rockering va el demonio rebozado en 3 en 1, parece que vuelas o patinas sobre mojado o te han puesto un tocino en las ruedas o yo que sé. Vamos, que el trayecto desde la barandilla a los conos fue de lo más interesante, ligereza en estado puro, alas en los pies pero de estabilidad, ni hablamos. P'a haberme matao. Ese día fue otra prueba de resistencia a la frustración, es que ni un cono con un canuto, CAGO EN MIS MUELAS.

Pero la siguiente fue un poco mejor. Parece que Cerebro tomó notas, como suele, mientras yo soltaba de todo por esta boca. El rockering se volvió un poco más manejable y empezó a dar frutos. Maniobrar con los patines empezó a ser más fácil y a partir de ahí fue evolucionando a mejor. Comencé a cruzar los pies con más confianza y a tumbar las guías, misión imposible hasta entonces. Enderecé algo la postura y mejoré un poquito en el reparto del peso y el impulso, mis grandes asignaturas pendientes. Empecé a oír varios ¡muy bien! de boca de mi monitora, que siendo como es, honesta, no me los había dicho hasta entonces. Pero sobre todo, empecé a disfrutar del slalom y del merecido subidón por haber aguantado la noche oscura del patín sin tirar la toalla y estar recogiendo los frutos, que me los he ganado.

Me queda un montón de recorrido, desde luego, pero ya he logrado subirme al carro. Tapa-tapa-tapa-tapa-tá, olé. Abajo un video que me grabaron, editado p'a enfocar a los pies por no violentar el anonimato y por respeto a la protección de datos, ya que sale más gente. Los pinreles del principio de la fila son los míos. Díganme qué les parece.









Patinadora, jurista, escritora aficionada, lectora, amante de la artesanía, hermana, pareja, amiga y humana en manada perruna y clan felino. No necesariamente por ese orden.

Comentarios