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Servicio nefasto

Imagen de Brigitte Werner en Pixabay


Hace tiempo que tenía pendiente escribir una segunda entrada sobre el servicio de correos de esta mi zona rural. Y es que con el tiempo he descubierto que la pregunta ¿excelencia o servicio nefasto? tiene más de una respuesta en este caso.

Imagino que se notará en algún momento que soy propensa a ilusionarme y quizá hasta a idealizar algunas cosas. Especialmente cuando tomo contacto inicial con ellas. Mi mudanza al campo no ha sido una excepción. No digo que me haya decepcionado, para nada. Sigo disfrutando como una enana de muchas cosas, aunque ahora mismo, mientras escribo, no sé si ese golpecillo en la ventana traslúcida, que no transparente, de mi sótano, es el aleteo de algún dulce pajarillo o una araña lobo de dimensiones colosales saltando para cazar alguna presa. 

La cosa es que tenía pendiente revisitar la entrada cuyo enlace inserto en el primer párrafo de la presente, porque circunstancias posteriores han aportado matices adicionales a la cuestión, derivados de la existencia, como no puede ser de otra forma, de más de un cartero. En concreto de un segundo cartero, al que llamaremos Leoncio. 

Sucedió hace más de medio año, en las pasadas navidades, cuando me dirigí, inocente yo, a la oficina de correos, esa que está a tomar por saco de mi residencia, dando un larguísimo paseo, que dicen que es muy bueno caminar. Llevaba en una manita una felicitación para una amiga especial, que lo estaba pasando y lamentablemente lo sigue pasando regular. Por supuesto, en el vertiginoso horario de 11:30 a 12:30 h de lunes a viernes. Menos mal que ese día estaba yo de vacaciones.

Después de tragarme la cola lógicamente acumulada por el vertiginoso horario, llega mi turno de entregar la carta a Leoncio, a quien tenía el placer de conocer en ese instante, para que le dé trámite.

"Pero vamos a ver" - dice - "¿no has traído sello?"

Me lo quedo mirando lo mismito que si se le hubieran caído los pantalones dejándole con las pelotas al aire. De piedra, vamos. Cuando reacciono, todavía sin palabras, inclino la cabeza hacia la puerta como para mirar el cartel sobre el dintel que dice "Correos".

"No, no, no" - salta el otro, interpretando a la perfección mi gesto - "Es que esta es una oficina auxiliar. Una oficina auxiliar" - repite, como si yo fuera tonta.

"No me digas" - respondo con calma chicha. A ver si ahora me voy a tener que aprender toda la jodíaxelmismo estructura de Correos para enviar una simple carta.

"Pero vamos, que yo la voy a enviar"

No, si encima va a haber que agradecerle el favor.

Va el tío y no sé que manejos hace estampando un sello de los de goma en la carta mientras despotrica de todo, del trabajo que tiene, del frío que hace, del poco tiempo que le queda para hacer todo lo que tiene que hacer, y en una de estas va y me suelta que claro, si todos los que vivís aquí os empadronarais, otro gallo nos cantara.

"Estoy empadronada" - le  informo con dos palabras más secas que la mojama.

"No, si no lo digo por ti"

No, que va. Mis cojones. Pero por lo menos se calla.

"Son 75 céntimos"

Le doy un euro.

"¿No tienes cambio?" 

El tío lo dice poniendo la misma cara que si le hubiera dado un billete de 500. 

Yo es que lo flipo. 

"¡Pues quédate con el euro y ya está!" - salto, mas harta que tó lo hartible.

Se pone a rebuscar en un caja y me da 25 céntimos. Empiezo a entender que lo suyo es por quejarse.

Lo cual confirmo en una segunda interacción cuando ¡oh milagro! me llama otro día que no estoy en casa para avisarme de que he recibido un paquete y que lo tienen en la oficina. En cuanto descuelgo lo primero que suelta es que fíjate, menos mal que estaba tu teléfono en el envío, porque si no a ver qué hago, que hay muchas veces que no lo ponen y... 

Le corto diciendo que al día siguiente me paso a las 11:30 h ,en cuanto abran la oficina.

"Mira, si no te importa, mejor pásate a las 11:35 h, que siempre voy justo de tiempo"

Vete a cagar, Leoncio.


Patinadora, jurista, escritora aficionada, lectora, amante de la artesanía, hermana, pareja, amiga y humana en manada perruna y clan felino. No necesariamente por ese orden.

Comentarios

  1. Estos funcionarios... Qué esperar de ellos; se unieron al enemigo para ser unos esclavos privilegiados. Bonito nombre, por cierto.:)

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    1. A mí también me gusta. Leoncio y su amigo Tristón XD

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  2. Ja,ja conozco a Leoncios en muchos otros lugares y trabajos. Es la etapa de la negación de cuando se tienen dos años de edad que algunos, por algún motivo, no consiguen superar.
    Lo que me preocupa es que yo en un futuro me veía en el campo y claro, esa araña lobo no me ha gustado. Tengo algunos problemillas con los insectos.

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    1. Yo tengo muuuuchos problemillas con los insectos, en especial las arañas y desde que estoy aquí estoy viendo más que en toda mi vida junta, pero el campo es lo que tiene. Para no desanimarte, te diré que aunque parezca mentira, te acostumbras. Si no que me lo digan a mí...

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  3. No. Nononononono. Leoncio es un personaje amable y optimista que destila felicidad y la contagia. Un cartero no puede ser Leoncio nunca (y menos ese).

    En serio, hay gente que no entiendo como se pone a trabajar en determinadas cosas con los niveles sociales que se gastan.

    Ánimo con las arañas, que al cartero ya lo tienes controlado!!!

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    1. Yo pienso lo mismo. Es más, no entiendo como gente que trabaja sin la presión y exigencia que tenemos en el sector privado y encima con el puesto de trabajo garantizado puede tener tan mal talante. Será que se aburren o algo.

      Disculpa la tardanza en contestar, el verano, ya sabes ;) Bss

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  4. que bonito blog que tienes lo he encontrado de casualidad Te dejo un abrazo inmenso desde Miami a tu ciudad batal

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    1. Qué bonito comentario el tuyo. Muchas gracias y un abrazo muy fuerte para ti también :))

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  5. No sé dónde vives pero en mi pueblo pasa lo mismo. Un saludo

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    1. Imagino que es frecuente en la España rural. Te doy una pista literaria: En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme... :-))

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